jueves, 24 de febrero de 2011

Colabora hoy, el poeta Aldo Luis Novelli




Del libro inédito:
jazz en el desierto
(otros estúpidos mirones)



el ocaso de los ambiciosos

hice horas extras y trabajé de noche en un lavadero
para conseguir la guita necesaria
entonces alquilé un martillo neumático
coloqué un cartelito en medio de la calle
que decía: “busco oro”
y me puse a taladrar el asfalto.

se acercaron un montón de curiosos.
después de partir el asfalto
agarré la pala corazón
y empecé a cavar.

vinieron la policía, la ambulancia y los bomberos.
hice un pozo profundo
que me tapaba completamente.

vino un diputado de la nación
un juez y el fiscal de turno.
a los siete metros de profundidad
en una palada apareció repentinamente
una pepita de oro
que brilló en el fondo oscuro terroso
ORO! gritaron todos
y se arrojaron de cabeza al pozo
allí fueron curiosos transeúntes
policías políticos paramédicos
bomberos jueces y abogados.

yo escapé por un tunel lateral
que había cavado al efecto.

ahora camino por el centro de la calle ríendo
mientras revoleo por el aire
mi brillante roca de pirita.


poetizar la rosa

el muchacho con una herida en la frente
y fuertes dolores en el cerebro
arregla el cantero de rosas rojas
le pone toda su sapiencia a esa tarea
o tal vez su amor reprimido
por tantas mujeres.

yo no quería hablar de rosas rojas.

la niña abrazada con fuerza a su mamá
viaja en esa pequeña motocicleta
camino a la escuela
la madre ruega por que ella preste atención ese día
la niña con una flor blanca en su mano
sufre con secreta desesperación por llegar sin caerse.

yo no quería hablar de flores para festejar la enseñanza.

el albañil parado sobre el andamio
del quinto piso del edificio interminado
se inclina apenas hacia atrás
para observar el fino reboque que está fratachando
como si fuera el pétalo de una rosa de cemento
y en un instante de muerte
parece volar como esa gaviota que cruza el aire.

yo no quería hablar de rosas rojas derramadas en la calle.

el hombre camina apurado entre la gente
para regresar a tiempo a la oficina
solo piensa en como recuperar el amor de esa mujer
y va a ocupar su tiempo para el almuerzo
en comprarle un ramo de pimpollos a ella.

les aseguro que
yo no quería hablar de rosas rojas.


el viento que acaricia el pasto


pesadilla adolescente
a la edad de los sueños.

buscando flores azules en el desierto
como tus ojos
para que sepas de mí
para que me veas
para que me ames
a los diecinueve años.

sueño inesperado
en el tiempo del retorno
me acerco a tu espalda
y te alejas de repente hasta la otra esquina.

“sabés lo que hace falta acá
una mano dura
eso/ una mano dura...”

ay! país país que te hicieron!.

ya la tuvimos
te acordás?
30.000 desaparecidos
el terror que persiste
vos que cerraste la ventana para no ver…

“pero si es Marito
lo conocemos desde que nació
porque se lo llevan en plena noche?”
“basta, no te metas
no seas estúpida
en algo andaría”
y vos cerraste la ventana.

ay! país, país que te hicieron!.

corro desnudo por el desierto
llevo una flor azul apretada en la mano
para vos, para ver tus ojos brillar
tus ojos que no son azules.

- eran todos subversivos, terroristas eran,
los milicos hicieron lo correcto –
- eran pibes y pibas que querían un mundo mejor viejo –
- tira bombas eran –
- no es cierto, luchábamos por democratizar la universidad
por la libertad de expresión
por el amor libre
por la maravillosa utopía de la igualdad entre los hombres –

ay! país, país que te hicieron!.

- y vos que hacías cuando te agarraron? –
- repartía volantes en la calle –
- y bueno, jodete, a la universidad se va a estudiar -.

ay! país, país que te hicieron!.

necesito el agua de tu boca
una cerveza fría del viejo bar
tengo sed de infinito y hambre de tu cuerpo mujer
no escapes más
mi hembra de líquidos sueños
te voy a correr por todo el planeta
para regalarte la única flor azul
de este paraje desolado.

“las madres de subversivos
son subversivas
hay que matarlas
y matar a sus hijos en sus vientres
antes que nazcan más subversivos”.

ay! país, país que te hicieron!.

y hoy sigo aquí/ solo
de pie en medio del desierto
junto al viento que acaricia el pasto
apretando en la mano
esta flor azul ya marchita.





asado argentino

a Mario Trejo

hemos hablado toda la noche
de lo humano y lo divino,
arreglamos el mundo por enésima vez
y lo desarreglamos en cada copa de vino,
fue un asado anochecido entre viejos amigos
que renovó su apetito a las tres de la mañana.

hablamos de música celestial
de pink floyd, del tango del arrabal
y del tanguito de la cueva.
de Nietzsche y el eterno retorno a las viejas palabras
de hegel y la libertad de pensamiento
de la revolución cubana, la igualdad
y la eterna revolución argentina.
discutimos sobre la fraternidad del futbol
y nos separamos en dos bandos
boca, los rolling, charly
versus
river, los beatles, spinetta.
cuando nombramos a las mujeres y sus dones
nos pusimos todos del mismo lado.

finalmente hablamos de poesía
acordamos que la palabra “perro” no muerde
pero cuando es verdadera ladra muy fuerte
y que siempre es mejor
palabra en boca del bruto libre
que el silencio del poeta ante la muerte.

hasta que la madrugada nos encontró
con los estómagos ahítos de carne roja
y embriagadas nuestras almas de oscuros vinos.


el repartidor de agua

manejé un camión por varios años
un inmenso Scania de 24 ruedas
con un tanque de 2000 litros de líquida carga
con el que recorría el inacabado desierto del sur
repartiendo agua bendita
a los habitantes de la estepa.

llevaba conmigo biblias y crucifijos
para los más devotos
y miles de estampitas
con la imagen de 253 santos
cada uno retratado junto a mí.

fue una época gloriosa
cada pueblo me veneraba
como Nápoles a Diego
me invitaban a su mesa
bebía los mejores vinos
y comía las porciones más apetitosas de las bestias:
corderitos, chivos, jabalíes y ciervos
manjares que otorga sin pecado la fe,
y las mujeres más religiosas y devotas
me ofrecían voluptuosamente sus dones
mientras cantábamos en pleno éxtasis el aleluya.

fue un tiempo milagroso
donde la humanidad tenía el espíritu
inmerso en la fe divina
y creía firmemente en la salvación
que llegaba envuelta en una nube
de polvo y arena.


los reyes magos son chinos

a Alberto Carlos “Gary” Vila Ortiz
otro día insufrible
el laburo siempre la misma mierda
y esta casa vacía
los fantasmas de siempre corriendo
por las habitaciones
me sirvo otro whisky
el último
la botella quedó vacía
prendo la PC
voy a verla nuevamente
es mi amante secreta
he visto este video mudo cientos de veces
pero me habla a mí, estoy seguro
ah! Mónica, Mónica Bellucci
solo yo te amo de esta forma
si solo pudiera decírtelo
enviarte mis poemas que hablan del hambre
de un mundo desquiciado
pero en realidad son para vos
siempre hablaron de vos
tal vez alguien sepa en la red tu mail
podría lanzar un grito de auxilio…

basta, esto es inútil
apago la máquina
miro el reloj
5 de enero, noche de reyes
que carajo!
los reyes no existen, nunca exisitieron
pero yo sigo creyendo en ellos
como cuando tenía 7 años
hasta que lo supe
casi muero
nunca más le hablé a mi vieja desde ese día
nunca como antes
nunca después de abandonarme en la oscuridad
mi vieja mentía
era una más, una persona.

estoy medio borracho
me voy a acostar
dejo los zapatos junto a la puerta de entrada
quiero creer en las viejas utopías socialistas
cierro los ojos sin dormirme
espero verlos finalmente.

me despierta una conversación soterrada
Melchor le dice a Gaspar
“acá que era? el libro o la mujer inflable?”
“vos tenías que encagarte de la lista le grita por lo bajo a Baltasar”
estaba estupefacto
afuera se oía el bufido de las bestias
“vamos vamos que se nos hace tarde” dijo alguno.

me levanté de un salto
caminé despacio hasta la sala
sobre los zapatos había una gran caja
tenía escrito algunos símbolos incomprensibles
abajo a la derecha se leía “Made in Taiwan”.

nunca perdí la esperanza
Mónica Bellucci sería mía.-





aldo luis novelli
poeta – narrador – ensayista
neuquén – patagonia - argentina




Ensayos inéditos.


La canción infinita

El cantante ya era conocido, ya había hecho su carrera con letras propias y profundas, y acordes poco gastados.
Pero esa noche, miró al público, elevó los ojos hacia el cielo de cal y se quedó mirando fijamente hacia adelante unos instantes interminables.
El silencio se hizo más denso.
Entonces repentinamente arrancó con un estribillo pueril:

Te amo, mi paloma, no me abandones
No puedo estar sin ti, te ruego me perdones.

Y se quedó mirando al público, y ante la quietud general, repitió el estribillo:

Te amo, mi paloma, no me abandones
No puedo estar sin ti, te ruego me perdones.

Luego observó detenidamente, vio algunos gestos incómodos, miradas recelosas, entonces como los viejos payadores, empezó a componer en ese momento, letra y música que respondían a los diversos y cambiantes impulsos y gestos del público.

La canción fue un éxito.
La gente aplaudió como nunca.

Ellos sintieron por primera vez que habían participado, ellos habían compuesto su propia canción, física y colectivamente.
Ellos padecieron y gozaron. Ellos fueron creadores y actores del suceso, y comprendieron por primera vez el sentido profundo de la libertad y la solidaridad.

A partir de esa noche ya no fueron los mismos.
A partir de esa noche ellos sufrieron y lucharon por esos pies descalzos que corrían y se lastimaban a su lado, y nunca antes habían visto.-//




Para quién se escribe?


Empecé a escribir en la pubertad para mí mismo. encerrado en mi pequeña torre de marfil, una miserable pensión de una ciudad nefasta.
Un día abrí la puerta y salí al mundo y descubrí que nadie me conocía, que el mundo era inmenso y ajeno, entonces regresé a mi buhardilla y me puse a escribir para el mundo. Salía a caminar, hablaba con desconocidos y escribía sus historias de fracasos y deseos irrealizables.
Hasta que un día, el mundo entró en mi habitación y me empujó afuera, entonces ya no era el mismo mundo, tuve que ganarme el pan y encontré hombres y mujeres que no tenían pan en su mesa.
En esa época, golpeado y pisoteado por las patas salvajes del mundo, empecé a escribir para cambiar ese mundo, empuñé un arma cargada de futuro y salí a luchar por maravillosas e inalcanzables utopías.
Hasta que el mundo con sus golpes me laceró el cuerpo, me encerró en una cueva oscura y me gritó: “perdiste estúpido idealista, nosotros ganamos”, entonces, en ese oscuro hueco me puse a escribir para salvar mi propio culo.
Después los años sucedieron a los días y cuando me detuve a mirar para atrás, vi el camino lleno de pozos y sucios charcos, el camino que ya no se puede volver a pisar.

Hoy, con más derrotas que amores, escribo únicamente para el verdulero de la esquina, mi amigo Andrés.
Cada vez que edito un libro, al primero que se lo llevo es a Andrés.
Él no lee poesía, ni literatura ni nada que no sea el diario cada mañana, dice que allí está todo: novelas policiales, dramáticas, amorosas, históricas, política y religión, humor y fantasía, belleza y obscenidad, vida y muerte y que no necesita más, y tiene razón.
Pero yo igual le llevo mi libro. Él lo abre y lee el primer poema, si lo entiende y le gusta lee el segundo, en cuanto encuentra uno que no le gusta, cierra el libro y lo coloca en el único estante de la verdulería que oficia de biblioteca.
Nunca más lo abre.

No se bien cuanto ha leído de mis libros. Una noche de asado y truco, abarrotados de bestias y ahítos de vino, me confesó secretamente que un libro lo leyó completamente, otro lo puso en el estante después del primer poema.
No se cuales son, y nunca lo sabré seguramente, pero yo me siento bien con este pacto entre escritor y lector que hemos desarrollado.
Además como él dice, su biblioteca de un solo estante, tiene únicamente mis libros, y agrega socarronamente, los libros del mejor poeta que conoce, del único que conoce.
Es para mí, un orgullo personal que ningún otro escritor puede darse.
Todos mis fracasos están allí, y ese es mi gran éxito, único, imbatible, entre todos los escritores y poetas del mundo.
Por lo tanto amigos y poetas, les comunico en este instante, que seguiré escribiendo hasta que me muera, para mi amigo Andrés, el verdulero de la esquina.



aldo luis novelli