jueves, 3 de abril de 2014

Textos para analizar en clase





Del diario El Pregón

Un hombre
Decidió
Poner fin
A su vida
Tras colgarse
Con una soga
Sujeta a un árbol
El cuerpo
Del suicida
Fue encontrado
Alrededor de las 15:50
En el paraje de Agua Chica
Distante
A 25 km
de la localidad
de Susques.

_________________________________________________
SUSQUES
Un hombre se quitó la vida colgándose de un árbol

Un hombre decidió poner fin a su vida tras colgarse con una soga sujeta a un árbol. El cuerpo del suicida fue encontrado alrededor de las 15:50 en el paraje Agua Chica, distante a 25 kilómetros de la localidad de Susques.
Pregón, 28 de marzo de 2003





Un poeta menor
La meta es el olvido.
Yo he llegado antes.

Jorge Luis Borges, El oro de los tigres






Poemas de Pablo Baca de su Cuentos de la mujer y el solitario


I

Quise una vez recuperar aquellos años
pero no quedaba casi nada. Sólo a lo lejos
pude ver caminando ya cerca del borde
dos criaturas pequeñitas que se iban.

No me pidas entonces que vayamos a buscarla
o que te hable de ella: no he podido todavía
despedir a esos dos pequeños cuerpos.

Alguna noche así vuelvo a buscar
en el final incierto de la calle
tu cuerpo de la mano de mi cuerpo;
sospechando apenas a mi espalda
dos siluetas que se van.


XXIII

Sos la que te desnuda desde el fondo del espejo


XXXVII

La que tocando
mi espalda
suavemente
con tu nombre
me ilumina.


XXX

El que está solo
detrás del que se mira
en el espejo.



XXV

Quiero llegar
a la mujer
que huye de tu cuerpo
cuando te toco.













Ejemplos de textos orales transcriptos por Berta Vidal de Battini en su recopilación de Cuentos y leyendas de la Argentina en 12 tomos.

El lobisón (2126)
En mi casa contaba una sirvienta que ella conocía una persona que se había casado con un lobisón y que una vuelta le había pasado un caso muy terrible.
A la señora le habían dicho que su esposo era un lobisón, pero ella no creía. Dice que una noche había ido a buscar...

El lobisón (2129)
Resulta que me iba a comprar una tropa de yeguarizos y en la costa del Guaycurú me encontré con mi sobrino. Era amigo de todos los hacendados y en una noche tormentosa me contó el caso del lobisón.
Resulta que tenía un amigo y andaba visitando una chicas donde él también llegaba. Él tenía celos y el otro también. Por allí, medio se acontrariaron. Y me contó el caso.
Una noche oscura yo estaba de visita en casa de las chicas. Esa noche empezaron los perros a ladrar deseperadamente...

Estos fragmentos pertenecen al tomo 8 dedicado a los mitos.



Poemas de Teresa Andruetto:

Tendedero

Mi madre cuelga la ropa en la soga
echa al sol nuestras cosas: blusitas,
pañales, toallones...

(...ya no azula las prendas con azul
de lavar)

A veces se queda mirando la espuma
y en el fondo de su corazón
grita una niña.

Ella la friega, la estruja,
(... y la niña tiembla
en la tarde limpia).





Kodak

Yo miraba,
tras la lente de una Kodak
con la que él sacó fotos de la guerra,
antes que la muerte disolviera
sus pupilas y delegara en mis ojos
el dolor de mirarme devastada
por la ausencia.


Poemas de María Teresa Andruetto







En la década del ’90 se publicaron dos libros del poeta Fabián Casas : Tuca y El salmón (ambos editados en la Colección de Poesía Todos Bailan de los Libros de Tierra Firme, la editorial que dirige, desde hace muchos años, el poeta José Luis Mangeri).

EL CORRER DEL AGUA

Son las dos de la mañana
casi no hay coches
y corre un viento fresco.
Está culminando un verano que no nos contempló.
Puedo sentir el ruido del agua
en las alcantarillas.


HOY MI MADRE TENDRÍA QUE CUMPLIR 48 AÑOS

Hoy mi madre tendría que cumplir 48 años;
pero hace tres que está bajo tierra
en un cementerio de los suburbios de la ciudad.
Aún así, las cosas persisten en crecer.
El sol arroja sus arpones amarillos
a través de las nubes,
los chicos juegan el los parques sus juegos de
siempre
un satélite ruso se estrella en París;
y yo me paro algunos días frente a la tumba
y me doblo con las flores en la boca del viento.


A MITAD DE LA NOCHE

Me levanto a mitad de la noche con mucha sed.
Mi viejo duerme, mis hermanos duermen.
Estoy desnudo en el medio del patio
y tengo la sensación de que las cosas no me reconocen.
Parece que detrás de mí nada hubiese concluido.
Pero estoy otra vez en el lugar donde nací.
El viaje del salmón
en una época dura.
Pienso esto y abro la heladera:
un poco de luz desde las cosas
que se mantienen frías.






Homenaje

(de Sylvia Molloy, Varia Imaginación. Beatriz Viterbo)


Plumetí, broderie, tafeta, falla, gro, sarga, piqué, paño lenci, casimir, fil a fil, brin, organiza, organdí, voile, moletón, moleskin, piel de tiburón, cretona, bombasí, tobralco, terciopelo, soutache, cloqué, guipure, lanilla, raso, gasa, algodón mercerizado, bramante, linón, entredós, seda cruda, seda artificial, surah, poplin dos y dos, dril, loneta, batista, nansú, jersey, reps, lustrina, ñandutí.
La Exposición, La San Miguel de Elías Romero. La Saida. Los turcos de la calle Cabildo. Los saldos.
Canesú, rangland, manga japonesa, canotier, talle princesa, traje trotteur, pollera plissée, pollera tableada, pollera plato, pollera tubo, un tablón, una bocamanga, un pespunte, un añadido, una pinza, una presilla, un hilván, las hombreras, ribetear, enhebrar, una pestaña, vainilla, punto yerba, un festón. La sisa, la hechura.
Recuerdo estas palabras de mi infancia, ent ardes en que hacía los deberes y escuchaba hablar a mi madre ya mi tía que cosían en el cuarto contiguo. Reproduzco este desorden costurero en su memoria.






PROZAC

Mori Ponsowy


No tienes hambre ni frío,
estás bajo techo, vestida,
cantas, miras,
puedes caminar sin problema.

Pero protestas cada día
la palidez de tu piel,
la lejanía del mar,
la longitud de los días.

“Me falta algo,” dices.
¿Té de alcanfor?
¿Una oración
antes de dormir?

“Necesito algo” dices.
¿Un hogar destruido?
¿Una guerra
que acabe con tus males?





Alejandra Pizarnik (Árbol de Diana)

He dado el salto de mí al alba
He dejado mi cuerpo junto a la luz
y he cantado la tristeza de lo que nace.

ahora
en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada

El poema que no digo,
el que no merezco.
Miedo de ser dos
camino del espejo:
alguien en mí dormido
me come y me bebe.






Aquí cuatro fragmentos de tres novelas y un cuento para analizar estilos y puntos de vista diferentes.

El 11 de septiembre hubo un golpe militar en Chile, y asesinaron al presidente Allende, y murió mucha gente, y los aviones le tiraron bombas al palacio presidencial, y en casa tenemos una foto grande en colores donde está el palacio lleno de llamas.
El 13 era mi cumpleaños y mi papi me regaló una guitarra. Yo entonces quería ser cantante. Me gustaban los programas musicales de la televisión y me había dejado el pelo largo y con los amigos del barrio cantábamos en la esquina y queríamos formar un conjunto para tocar en las fiestas de los liceos.
Pero nunca pude tocar guitarra, porque el día de mi cumpleaños nos cambiamos a la casa de mi tía que estaba enferma y a mi papá supimos que lo andaban buscando para llevárselo preso. Mi papá le escribió después a mi tía y le dijo que vendiera nomás la guitarra porque a mi tía la echaron de su trabajo en el hospital. Allá en Chile despidieron a mucha gente de sus trabajos y las cosas ahora están muy caras.
A mí ya no me importa que hayan vendido la guitarra y que nunca pude tocarla, porque ya no quiero ser más cantante.
Ahora quiero ser escritor. En el colegio el profesor me dice que tengo pasta, pese a que no puedo escribir bien en alemán. Claro que yo pienso que eso tiene remedio, porque cuando llegamos con mi papi, mi mamá y mi hermano chico, ninguno sabía hablar alemán.
No es que ahora yo me crea Goethe, pero de defenderme, me defiendo. Además tengo una amiga alemana. Con la Edith nos vemos todos los días desde hace tres meses. Estamos en el mismo colegio, y después de clase yo voy a visitarla, y lo que más me gusta es cuando nos quedamos solos en la casa en que nos ponemos colorados de tanto abrazarnos y besarnos.
(Antonio Skármeta, No pasó nada, Bs. As. Editorial Sudamericana, 1997)


_Dos _dijo, complacido, en el momento en que Concepción, con la cucharita cargada de azúcar elevada e inclinada sobre su taza de té, lo miraba con una sonrisa inquisitiva.
Concepción dejó caer el azúcar en la taza de su marido, volvió a llenar la cucharita y después de echarla en la taza comenzó a revolver el contenido con una delicada pericia. Estaba de pie, inclinada sobre la mesita del jardín, preparando el té de su marido y el suyo. A pesar de su aire maduro, Concepción se conservaba todavía hermosa: era delgada, alta, y su piel tenía un ligero matiz oliváceo que le daba un aspecto sumamente interesante. Barrios la miraba emitiendo una sonrisa pensativa; miraba su blusita blanca, casi de niña, aplastando todavía más sus senos de adolescente, la cadenita de oro que colgaba bailoteando sobre el escote mientras ella se movía, de un lado a otro, inclinada sobre la mesa para servir el té; miraba su pollera floreada y acampanada como la de una niña y sus suaves y flexibles zapatillas rojas parecidas a las de baile. Todo lo demás, Barrios lo conocía. Suspiró con tristeza, de un modo imperceptible, sin que Concepción lo notara. Ella echaba azúcar en su propia taza en ese momento, y se sentaba en el blanco sillón de hierro forjado, enfrente suyo.
_Estás hermosa, como siempre _dijo Barrios, sonriéndole.
Concepción sonrió para sí misma, con los ojos bajos, mientras revolvía el té de su propia taza. Se cruzó de piernas con sumo cuidado, dejando entrever sin embargo parte de sus delicados muslos largos.
_Los cuarenta están muy cerca, ya _dijo sin dejar de sonreír _. Nunca puede ser como antes.
(Juan José Saer, Responso. Bs. As. Seix Barral, 1998)



Mi papá quería estudiar para Director de Murga. Pero la madre le dio dos cachetazos y lo mandó a estudiar para maestro.
Ahora es maestro de la escuela de la vuelta de mi casa. Y de otras, porque él trabaja de sol a sol, menos los cinco minutos que tiene para comer.
En el barrio le dicen “el maestro”, y a mi mamá le dicen “la señora del maestro”, y a mí me dicen “la hija del maestro”.
Las madres de los chicos siempre vienen a mi casa para pedirle a mi papá que les eduque bien a los hijos, que son unos desgraciados. Y que les pegue nomás, para sacarlos derechitos.
Mi papá a veces me lleva a la escuela y yo tengo que cuidar a los chicos y mostrarle a mi papá cuál es el chico que se porta mal, para que mi papá le ponga una mala nota. Los chicos me guiñan el ojo para que yo no le cuente, pero yo le cuento igual a mi papá para que los chicos salgan derechitos.
A mí me gusta decir discursos, igual que a mi papá.[...] un día mi papá estaba en el escenario de la escuela diciendo un discurso y vino una langosta y se le quedó pegada en la gomina y todos se empezaron a matar de risa, hasta mi mamá, que estaba sentada delate. Y entonces mi papá se ofendió y se fue.
Después en mi casa mi papá estuvo un montón sin hablarle a mi mamá, porque una señora no tiene que reírse del marido, aunque al marido se le pegue una langosta en la gomina.
(Graciela Beatriz Cabal. Secretos de familia. Bs. As. Sudamericana, 1995.)

Acuérdate de Urbano Gómez, hijo de don Urbano, nieto de Dimas, aquel que dirigía las pastorelas y que murió recitando el “rezonga ángel maldito” cuando la época de la influencia. De esto hace ya años, quizá quince. Pero te debes acordar de él. Acuérdate que le decíamos el Abuelo por aquello de que su otro hijo, Fidencio Gómez, tenía dos hijas muy juguetonas [...]
Ese Urbano Gómez era más o menos de nuestra edad, apenas unos meses más grande, muy bueno para jugar a la rayuela y para las trácalas.
Acuérdate que nos vendía clavellinas y nosotros se las comprábamos cuando lo más fácil era ir a cortarlas al cerro. Nos vendía mangos verdes del mango que estaba en el patio de la escuela y naranjas con chile que compraba en la portería a dos centavos y que luego nos las revendía a cinco[...]
Lo expulsaron de la escuela antes del quinto año, porque lo encontraron con su prima jugando a marido y mujer detrás de los lavaderos, metidos en un aljibe seco. Lo sacaron de las orejas por la puerta grande entre la risión de todos, pasándolo por el medio de una fila de muchachos y muchachas para avergonzarlo. Y él pasó por allí con la cara levantada, amenazándonos a todos con la mano y como diciendo: “Ya me las pagarán caro.”
Y después a ella, que salió haciendo pucheros y con l mirada raspando los ladrillos, hasta que ya en la puerta soltó el llanto: un chillido que se estuvo oyendo toda la tarde como si fuera un aullido de coyote.
Sólo que te falle mucho la memoria, no te has de acordar de eso.
(Juan Rulfo “Acuérdate”. En su: El llano en llamas. México, FCE, 1994)




Dos poemas analizados en clase la semana pasada



Ella dos veces

. .
. .
. .
. .
. .
. .

me acerqué a ella
para tocarla

ya sabía era ella
que estaba sola
desconfiada
comiendo su maíz tan duro
como la realidad de este momento:

Acaban de matar a Sigfrido el gallo.


Mario Alberto Herrera (Bolivia)


amorsaurio

nos rozamos en la calle.

le acaricié el pelo en la esquina.

hablamos de las injusticias del mundo
cerca del basural.

nos amamos con los restos
del cuerpo.

antes de dormirme
le leí un cuento de Monterroso.

...y cuando desperté
ella ya no estaba allí.


Aldo Luis Novelli (Argentina)

Texto analizado en Teoría y crítica II el martes pasado de

PONSOWY, Mori. 2001. Enemigos afuera. Córdoba: Ediciones del Copista. Pág. 33


PROZAC


No tienes hambre ni frío,
estás bajo techo, vestida,
cantas, miras,
puedes caminar sin problema.

Pero protestas cada día
la palidez de tu piel,
la lejanía del mar,
la longitud de los días.

“Me falta algo,” dices
¿Té de alcanfor?
¿Una oración
antes de dormir?

“Necesito algo,” dices.
¿Un hogar destruido?
¿Una guerra
que acabe con tus males?







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